domingo, diciembre 04, 2005

Las mujeres en la politica

“Yo quiero ser Presidenta”


Cuando era niña, como la mayoría de los niños cuando ya entramos a una edad donde ya conocemos donde vivimos, uno de mis deseos fue convertirme en Presidenta de la Republica de Nicaragua, más grandecita el deseo evolucionó y al terminar el bachillerato quise estudiar la carrera de Ciencias Políticas o cualquier profesión afín. Mis amistades y familiares me aconsejaron que no siguiera pensando en la política, que no aguantaría la rudeza, las trampas y la corrupción que rodea a ese ambiente; y sobretodo que yo era muy “suave” como para fijarme en algún puesto de esa naturaleza.

Como nací en una generación supuestamente moderna y liberada, pensar que mi sueño de ser Presidenta se quedaría como eso: un sueño, por la simple razón de ser mujer, era inconcebible. Fue hasta tiempo después que me di cuenta que los argumentos que me dieron estaban relacionados con las características sociales de la femineidad: amable, emotiva, delicada, maternal… La política era una guerra donde las mujeres no teníamos las armas consideradas adecuadas para luchar. Yo no tenía la malicia (entendida como inteligencia) que se requiere en esos círculos; aparentemente ni siquiera se me preguntaba, o dejaba la mínima duda que fuera poseedora de esa cualidad (o como se le llame a eso) podía tener muchas ganas y verdadero interés en serlo, pero era obvio que jamás tomaron en serio lo que yo quería. Seguro hubieron diversas razones para no apoyarme: era menor de edad, no tengo la posición económica que esos anhelos requieren y soy mujer. En ese lapso de mi vida eran los únicos factores que se me ocurren mencionar, -como verán no hay por donde perderse - aunque ya después en el “campo de batalla” las dificultades hubieran sido otras.

¿Cuantas mujeres habrán deseado lo mismo? participar en la política. Para acercarnos a una cantidad solo hay que pensar que desde la antigüedad los griegos, quienes definieron lo que era la política “el modo de dirigir los asuntos del estado”[1] era considerada como una actividad superior a cualquier otra, a la que tenían acceso los hombres, libres de responsabilidades productivas o reproductivas – que en aquellos días eran resueltas por esclavos y mujeres- por lo tanto se identificó con ocio y tiempo libre y se desarrolló como una actividad no sujeta a la lógica de las necesidades cotidianas (el mismo fenómeno se produce en las ciencias y el arte) a su vez los griegos consideraban envilecedores todos los trabajos que limitaran al cuerpo y la mente para la practica de las actividades virtuosas, entre las que se encontraría la política. El sujeto político quedó, de esta manera, bien limitado.[2] Elementos socializadores que cientos de años después no hemos podido erradicar. La historia de la humanidad y sus protagonistas principales son la prueba desgarradora de cómo le han sido vedados los espacios de poder a las mujeres. En la actualidad se intentó hacernos creer que teníamos poder en el hogar con los hijos y demás labores domesticas pero también es una fachada puesto que en muchos casos el que da la última palabra en todo es el hombre. Entonces donde podemos ser escuchadas, que oportunidades tenemos de participar en el desarrollo de nuestra comunidad, del país. ¿Cómo seria el mundo si las mujeres participáramos en la política mitad y mitad con los hombres? La representación de todos los sectores de la sociedad es sumamente importante y en un país como Nicaragua donde las mujeres “jóvenes” son la mayoría es todavía más lógico. Los hombres que están en la silla política no tienen la culpa de ser productos de la socialización patriarcal de nuestro país. Pero es su deber promover la igualdad en la participación política de las mujeres para corregir tantos errores que se han cometido y se siguen cometiendo:

El patriarcado plantea un ejercicio autoritario del poder a quien lo ejerce, concentrado en una o en pocas personas. Este esquema de relación aleja a quien ejerce el poder del grupo que domina del resto de las personas y le impide tomar decisiones apropiadas y acordes con las necesidades y condiciones de aquellas a quienes representa. Esta situación genera desigualdad en el acceso al poder, no solo en relación con las mujeres, sino también en relación con otros hombres. Este ejercicio del poder limita la construcción de sociedades democráticas y sostenibles.[3]

La democracia, ¡que palabra más linda!, se ha convertido en algo tan subjetivo como la exclamación que acabo de proferir, una figura que se ha moldeado al gusto y antojo de los grandes empresarios y responsables del funcionamiento del estado. Pero no solo eso sino que se ha visto contaminada por el patriarcado que no permite que el poder yazga en el pueblo, algo que podemos observar claramente, a menos que consideremos que solo existen hombres de edad adulta en toda Nicaragua. La implementación de un verdadero sistema democrático se ha visto truncada por la exclusión de los sectores mayoritarios de la sociedad, tenemos un gobierno que no sabe representar a estos sectores y en el mejor de los casos que no le interesa. La lucha que han venido haciendo las mujeres para que se les tome en cuenta en el ámbito político no hubiera tenido que realizarse si en efecto Nicaragua viviera en una Democracia, como menciona Jossette Altman de Figueros, primera dama de la Republica de Costa Rica en el año 1997 en ocasión de una reunión de parlamentarias de Centroamérica: “(…) es imperativo discutir la cuestión democrática a propósito de la desigualdad de la mujer, y decir claramente que los países que tengan discriminación o desigualdad real contra la mujer, no son países democráticos”[4] afirmación de la cual deberían de apoderarse todos aquellos que utilizan esa palabra en cada discurso a los medios de comunicación y en la practica no hacen nada para brindar el espacio que mujeres capacitadas y en derecho de exigir altos puestos en vez de ser solo sub. o asistentes se merecen.

En nuestro país hay mujeres en la ámbito político pero han sido pocas que han estado en puestos de mandos como la Presidenta del Consejo Supremo Electoral Rosa Marina Zelaya y el caso que tuvo eco en todo el mundo, la elección en 1990 de Doña Violeta Barrios de Chamorro por el partido Unión Opositora (UNO) como Presidenta de la Republica, en este ultimo caso se tenia y aun se maneja que ella era una decoración puesto que sus consejeros políticos tomaban las decisiones. Además hay que analizar la imagen que esta daba al pueblo, era una madre, y necesitaba ayuda para manejar el país, sea de otros países, como de otras figuras políticas. Que casualidad que la figura femenina más importante que hemos tenido tuviera estas características, las cualidades que siempre nos han inculcado que definen la femineidad (según el patriarcado) y que de igual forma son las que nos obstaculizan (según el patriarcado) entrar al ambiente político. En este ejemplo encontramos como la política es una extensión del sistema de género y a la inversa:
Dos temas son centrales en el análisis de la relación entre el sistema de género y la política. El primero se refiere a la influencia del primero en la segunda: la política esta determinada por el sistema de género contemporáneo como una actividad masculina. En segundo lugar también es importante analizar la relación inversa: el sistema de género se mantiene y se reproduce por la intervención política. En un doble aspecto: uno, si se define a la política como un conjunto de actividades e instituciones, sino por sus relaciones de poder, el sistema de género también es político porque se mantiene por el uso del poder. [5]

El texto anterior expone un fenómeno que funciona a cabalidad en nuestro país. La política es un agente socializador que transmite la división del trabajo en el sistema de genero, como mencionamos anteriormente la política desde la antigua Grecia se consideraba una actividad meramente masculina porque estos tenían el tiempo libre para cultivarse intelectualmente, adquirir conocimientos generales; desde aquellos días se le obstaculizado a la mujer el camino al poder, y no al poder que nosotros entendemos como dominación, ya que el poder tiene tres dimensiones: La violencia, el dinero y el conocimiento, son ejes sobre los cuales gira el poder. La mujer al estar exenta del primero como se ha querido demostrar desde antaño (la debilidad física de la mujer) y del segundo pues nunca se la considerado propietaria de nada sino más bien propiedad de alguien; el ultimo reducto que le quedaba era el conocimiento y hasta en eso se encargaron de apartarla, ya que ni siquiera le era permitido educarse. No es difícil imaginar porque la mujer ha tardado tanto en incorporarse a la superficie del mundo político, social, cultural, deportivo y económico. Pero es en la política que debe iniciar pues de sembrar precedentes que representen relaciones sociales equitativas, y así transformar los mecanismos con que se construye una sociedad, de esta forma los demás cambios se pueden dar por añadidura “(…) la igualdad no debe verse únicamente en la mayor cantidad de puestos de decisión que ocupen las mujeres sino también en la transformación de las relaciones sociales como un todo” la participación de las mujeres en la política no busca que las mujeres literalmente tomen el control sino que le den un equilibrio al sistema político, que construyan la democracia real que tanto necesitamos. Erradicar la discriminación contra las mujeres en la vida política y la pública es un proceso que debería ser visto como un avance de tamaño descomunal para el desarrollo de nuestro país y del mundo entero. Disminuir los riesgos con que vive un sector tan vulnerable como las mujeres significaría un empuje significativo a la calidad de vida ya que estas son la base de la familia (al menos en Nicaragua donde en la mayoría de los hogares una mujer es el sostén económico), y por ende un mejoramiento a todas las partes coyunturales de la sociedad. No es cuestión solo de justicia, -aunque esta tiene mucho que ver-, es desarrollo, es promover la libertad; brindarle a las mujeres el espacio que se merecen en los todos ámbitos, y en el mejor de los casos no nos fijemos en el género al momento de la división de tareas, destruyamos el sistema de genero tan discriminatorio y obsoleto. No podemos hablar de modernidad y mucho menos de democracia, si una persona de 12 años no puede aspirar a cumplir un sueño solo por ser mujer. A continuación algunos sueños logrados:

Ø En Nicaragua, la presencia política de las mujeres todavía falta por superar. En el 2000 se eligió a 15 alcaldesas, lo que representa un 10 por ciento de los alcaldes; 36 vicealcaldesas y 207 concejalas. En estas elecciones del 2004 se mantuvo el número de alcaldesas, bajó el número de vicealcaldesas a 26 y se eligió a 464 concejalas entre propietarias y concejalas. [6]

Ø En Diriá, María Auxiliadora Vega organizó con mujeres líderes trabajos comunitarios, propiciando la participación.

Ø En Dipilto, Filomena Gradis organizó a un grupo de mujeres para el empoderamiento de los espacios públicos. En El Sauce, el gobierno municipal anterior liderado por una mujer, Nubia Luna organizó los comités de desarrollo urbano y rural.

Ø En el municipio de Nandaime, la vicealcaldesa María Jesús Gutiérrez y la secretaria del Concejo elaboraron el plan estratégico municipal, con participación ciudadana; en Muy Muy, la ex alcaldesa impulsó una campaña de sensibilización enfocada en el manejo integrado de los desechos sólidos que permitió que los pobladores tomaran conciencia de la responsabilidad de mantener limpio y saludable su municipio.[7]


[1] [1]Astelarra, J. (1990) “Participación política de las mujeres”, Madrid, España: Centro de Investigaciones Sociológicas. Pág. 137
[2] ídem
[3] Alfaro, M. (1999) “Develando el género: Elementos conceptuales básicos para entender la equidad”, San José, Costa Rica: ABSOLUTO. Pág. 11
[4] C. R. Asamblea Legislativa (1997) “La mujer en la construcción de la democracia: las parlamentarias de Centroamérica”, San José, Costa Rica: Serie Debates Legislativos no 16. Pág. 11

[5]Astelarra, J. (1990) “Participación política de las mujeres”, Madrid, España: Centro de Investigaciones Sociológicas. Pág. 10-11
[6] Espinoza, M. “Nicaragua: Las mujeres en el poder local”, La Prensa, Nicaragua http://www.mujereshoy.com/secciones/2845.shtml

[7] ídem

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